A veces las noches no son para dormir,
me levanto del suelo desde que te conocí.
A veces te miro y no sé que decir,
supongo que entiendes mi lenguaje en tu piel..
Escondeme del tiempo y permanece junto a mi,
que así es más fácil existir.
Mezcla de hojas secas y restos de verdad,
se esparcen por mi tiempo y tu eternidad,
las promesas vuelan con el aire y se van
y entre tu mirada me quisiera reflar, por siempre
Ser tu sombra benigna, tu consuelo real,
ser tu sueño maligno del que nunca despertarás.
Invisible como un ente protector,
y entre las nubes consumarnos con el sol,
comúnmente he creído en el amor.
(En historias que se cuentan con tu voz)
Transparente sentimiento impaciente despertar
la impaciencia nos devora como cruel enfermedad,
y entre tu mirada me quisiera reflejar por siempre..
Cuando el dia no era el mejor, te sentabas a mi lado firmemente y yo te platicaba, me mirabas llorar y te abrazaba, sólo tu sabías mis ideas acerca de la vida y te prometi muchas veces que trinfaría "¿verdad que tu si crees en mi?" Siempre estuviste para escucharme.
En tiempo de frio tu suave cuerpecito era ideal para abrazar, aunque no he de negar que cualquier momento era el mejor para hacerlo; Tenía que cortar tu suéter para que pudiera entrar bien tu cabeza y el conjunto de pliegues que colgaban de ti. Hice que tu juguete favorito fuera una hamburguesa de plástico, la cual amabas morder y terminabas mordiendo todo a tu paso, si a veces a mi.
En nuestra primer casa juntos, solíamos jugar todas las tardes, destruiste el jardín y yo cepillaba tu joven pelaje. Te asomabas por la ventana de mi cuarto y me olfateabas, invitandome a ir contigo al patio y tirarnos en el resto de césped que quedaba ya. Siempre saliamos a pasear alrededor de la cuadra, cuando una vez pensé lo genial que sería subir a mi bicicleta y ser guiada por tí, todo iba bien hasta que aceleraste en dirección equivocada y termine en el suelo con varios golpes y una anécdota que contar.
En nuestro segundo hogar siempre cuide que no encontraras la manera de escapar, por la puerta del patio que no cerraba. Un inmenso árbol y el suelo tapizado de hojas secas, te gustaba jugar con el sonido de las hojas al pisarlas y te volvía loco. Llegó el día que encontraste la manera de escapar, cuando volví en la noche descubrí que te cansaste de vagar y rasguñaste la puerta principal, querías entrar. Te regañamos muchas veces pero he de admitir que tus travesuras eran la parte más divertida para mi.
Odiabas los sonidos de fuegos artificiales, hasta hoy sé que siempre fue tu mayor temor, que tratabas de huir de los truenos y que por alguna razón comenzabas a escarbar de la desesperación, especialmente en épocas festivas.
En nuestro último hogar juntos vivimos los mejores años de nuestras vidas. Tu hogar debajo de las escaleras era también tu escondite de juguetes y basura que amabas morder, a veces encontraba cosas perdidas y al darme cuenta escondias la evidencia entre tus patas.
Nuestra época festiva memorable fue navidad, cuando una vez dejaste caer botes de pintura blanca por las escaleras, tus huellas por doquier, la noche del 24 quedaste blanco, acepto que te veias tierno. Actuabas como gato estirandose encurvadamente con el pelaje erizo, te recargabas en las piernas cuando pasabas y odiabas bañarte. Ladrabas únicamente cuando alguien llamaba a la puerta y alguna vez quebraste el vidrio de la ventana salvajemente para salir en busca del extraño que esperaba afuera. Eras muy fuerte, caminabas con una pose de orgulloso con tu cabeza en alto. Cuando me veias acostada en el sillón te sentabas dandome la espalda esperando que te acariciara por horas, a veces nos quedabamos dormidos, siempre te gustaba estar cerca de mi. Parecías estatuilla, eras lindo, único. Recuerdo al estar enferma pasaba la mayor parte del tiempo acostada y al abrir mis ojos estabas tu frente a mi cara, mirandome, cuidandome, sé que seguiras cuidandome donde sea que estés. Jamás fuiste como los otros perros, amabas dormir, comer, estar entre nosotros. Te ponía feliz salir a pasear, olfatear todo a tu alrededor, babear todo a tu paso; ahora extraño tu olor, cuando dormías por horas y el calor de tu cuerpo despedía ese aroma distintivo de tu raza. Tenías unos ojos cautivadores y parecías entender cuando te hablabamos. Supiste demostrar tu amor y eso permanecerá siempre en mi corazón, te amo mejor amigo.
Nuestro último día juntos jamás quisiste que me apartara de ti, te dije que estarías bien, que eras el mejor; Te abrace y pude besar tu frente, te acaricié como siempre solía hacerlo, me pediste que te cargara entre mis brazos, gracias por los mejores momentos de mi vida.
Mejor amigo nunca te olvidaré.